El arte humanista y festivo de Humberto Saldarriaga / Por: Víctor H. Palacios C.

 

200 años después.

Considerado como uno de los artistas jóvenes con más proyección en el Perú, su obra ha sido materia de más de un centenar de reportajes periodísticos. Lejos del estereotipo del pintor solitario y sombrío, se trata más bien de un hombre que ve en su arte un medio con el que expresar su relación feliz con la vida, y un medio con el que también ayudar a otros a expresarse y a encontrar, por ello, esa armonía con el mundo que conduce a la sanación personal y colectiva. Pienso que su arte es la fiesta de una mirada que se regocija en su pertenencia al cosmos y a la comunidad. Este blog se complace en compartir con el público algunas declaraciones de este artista así como una selección de sus pinturas.

 

En la plástica de Humberto Saldarriaga hay una coherencia poco común entre el estilo y la concepción del mundo que inspira el arte y la personalidad del artífice. Sus cartulinas, murales, diseños para marcas así como su producción digital muestran composiciones que huyen de la racionalidad, la simetría y el vacío, en una profusión de líneas gruesas, figuras seriales y colores acentuados y diversos, en cuyo conjunto se evita cuidadosamente la elección de un centro, de un punto que instaure relaciones de dominio y jerarquía. El protagonista de cada una de sus pinturas no es un objeto o un individuo, sino más bien tramas, multitudes e interrelaciones.

“Para mí –dice Humberto–, cualquier escena de la vida se entreabre en un universo de detalles. Todo influye en todo, todo se conecta y todo expresa, hasta la naturaleza muerta”.

Migración piajena.

A través de la anarquía de sus trazos, más natural que calculada, el artista parece desplegar la receptividad de su trato con lo que lo circunda, así como el movimiento de sus viajes, sus contactos y lecturas. Su obra es una continua inmersión en lo plural y heterogéneo, una ablución exultante en el fondo de figuras y destellos que bullen bajo la superficie más tranquila.

En ese sentido, sus pinturas poseen una energía lúdica que pareciera amagar un retorno a esa percepción primordial e inocente capaz de emocionarse con lo primero que encuentra. Una vibración que recuerda no la torpeza sino el espíritu de los niños para quienes hasta las cosas más prosaicas contienen una presencia nimbada de magia. La magia metafísica que era, en rigor, el significado de la gran pregunta de la filosofía según Heidegger: “¿por qué el ser y no más bien la nada?”

Lo siento perdón gracias te amo.

Del mismo modo que en su arte todo brilla y se entrevera, la rutina de Humberto Saldarriaga no es la del pintor recluido en su atelier, rodeado por cuadros y libros, es decir por los artificios más seductores que se interponen entre el artista y la realidad. Es más, estamos frente a alguien que se considera un comunicador y un viajero, un hombre con el alma abierta de par en par a “las personas y los paisajes”, como cuenta en una de nuestras recientes conversaciones.

Por ello mismo, tampoco encarna el estereotipo del artista que se autoexilia de la sociedad y descarga sobre sus lienzos el exorcismo de sus pesadillas y demonios. Por el contrario, la obra de Humberto Saldarriaga muestra la efusividad de quien abraza cada lugar en que se encuentra, en cuyo reverso ve siempre una muchedumbre de ángeles y duendes, el reino abigarrado y dinámico que solo pueden descubrir los ojos de un optimismo realmente inmune a todas las vueltas de la vida.

El mar y su vida se circunscriben en el sol.

En consonancia con ello, Humberto Saldarriaga está más bien empeñado en contar su arte y enseñarlo a otros. Mejor aún, interesado en ayudar a otros, y a todos, a sacar el arte que él cree que todo ser humano lleva dentro, y que una cultura académica y elitista nos ha forzado a reprimir por el miedo al escrutinio ajeno y a la severidad de la crítica.

Una opción que sin duda, se relaciona también con una formación autodidacta que ha encontrado en la Libre Figuración, como él mismo relata, la opción más adecuada a su temperamento.

Amigos en invierno.

Mi arte –dice Humberto– se dirige especialmente a personas que son “ajenas al ambiente artístico tradicional o a los circuitos culturales (este público es el preferido de la corriente del Art Brut con la que también me relaciono)”. Lo que es una buena prueba del impulso no solo de una vocación, sino de un compromiso. Algo admirable en esta sociedad meritocrática e individualista en la que a menudo, como dice el pensador norteamericano Michael Sandel, quienes destacan olvidan la comunidad a la que deben sus victorias.

En consecuencia, en la hoja de vida de Humberto Saldarriaga figuran no solo galardones y exposiciones, sino también numerosos talleres dirigidos a niños, adultos mayores, soldados del ejército y jóvenes en riesgo social.

Comolos suris.

El propio Humberto cuenta una anécdota interesante acerca de una pintura en que representa a unas vendedoras de pescado: “era la primera vez que iba a Sechura (norte del Perú) y fue lo primero que vi, me emocioné porque pensé: hasta en lo más cotidiano qué mágico es mi país. Además, aquellas señoras fueron muy amables conmigo, me brindaron toda la información que les consultaba”. Luego agrega: cuando quiero pintar un tema, “trato de sentir cómo laten los corazones de las personas o el ambiente que voy a retratar”.

Ese don que tiene este pintor para comunicarse con las gentes más variadas habla no solo de una habilidad, sino también de una generosidad, de un sentido de profundo respeto por el otro. Donde quiera que camine, no ve fronteras ni desniveles sino, por el contrario, afinidades y co-pertenencias.

Otorongo viejo encuentras lo que buscas.

Dice Humberto: para mí, “no se trata solo de inclusión sino también de comprensión. Es disfrutar de la mirada del otro. Yo siempre he dicho que la incomunicación por falta de comprensión es de nuestras principales barreras como peruanos. Solo en Piura, el de Huancabamba no conoce Talara, el de Tambogrande no conoce Paita, el de Sechura no conoce Morropón. Si entendiéramos nuestro territorio de forma más humana, encontraríamos motivos para aceptarnos, abrazarnos y hermanarnos”.

Esta confianza en el encuentro y en el prójimo, esta fe en la vida, es lo que explica esa especie de entusiasmo cromático que irradia su arte. Dentro de cada uno de sus trabajos, las formas se hermanan y danzan, fluyen y se multiplican en una convivencia armoniosa que, al eludir lo esquemático, no engendra una confusión, sino el tierno desorden propio de lo prolífico y vital.


Estoy convencido, añade Humberto Saldarriaga, de que “el arte es terapéutico, sanador, transformador de conciencias colectivas. A mí me mejoró como persona y como profesional y ese es el ímpetu que tengo para motivar a mucho más personas”. De ahí que en su apostolado artístico, él prefiera abstenerse de imponer una estética o un método de trabajo. “Para mí –dice Humberto–, el consumo y la práctica del arte debe ser para todos, promoviendo una diversidad de estilos, tantos como personas existan en el universo”. Y una consecuencia de ello no puede ser otra, concluye el artista, que la disminución de “la violencia social y la desigualdad.”

 

Una mínima hoja de vida

Humberto Saldarriaga (Lima, 1984) es comunicador y artista visual con una experiencia amplia en exposiciones, murales y talleres. En su recorrido, ha realizado diversos murales por encargo en ciudades como Lima, Trujillo, Piura e Iquitos, trabajando con instituciones educativas, culturales, asociaciones, empresas, negocios y residencias particulares.

Ha intervenido creativamente en diversos formatos, trabajando en interiores y exteriores. Como valor añadido –dice el artista– “todas mis obras reflejan la identidad de la zona y los valores universales transmitiendo un mensaje sólido, reflexivo y positivo, por una parte y por otra, transmiten la alegría de los colores vivos y de las formas libres”.

Ha impartido talleres para una gran variedad de públicos, niños en edad escolar, para jóvenes del Ejército Peruano, adultos mayores y jóvenes en riesgo social. Ha elaborado diseños para distintas empresas de hostelería, prendas de ropa, textiles y cervecería artesanal.

Ha sido dos veces finalista del Concurso de Artes Visuales Pasaporte para un Artista, y también dos veces finalista de Premio MAPFRE de las Artes. En 2020, durante la pandemia aún en curso, recibió la Calificación de Trabajo Destacado por la Galerìa de Arte CVAP, Miami, EEUU. Exposiciòn Virtual colectiva “COVID 19/The Art of Isolation Part I, entre otras distinciones.

Sus trabajos se han podido apreciar en exposiciones presenciales individuales, duales y colectivas en distintas ciudades del Perú (Piura, Lima, Iquitos), así como en Santiago de Chile y Miami (EE.UU.).

Actualmente desarrolla un proyecto artístico denominado Selva Fauna sobre los componentes espirituales y psicológicos de los animales selváticos. Varios de los retratados se encuentran en peligro de extinción.

Conexión San Germain ok (arte digital).


Comentarios

  1. Felicitaciones y éxitos para Humberto Saldarriaga. Excelente artista, un orgullo para los peruanos.
    Su temática, colores y formas en su arte nos transmiten mensajes positivos y optimistas.

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