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Mostrando las entradas de diciembre, 2022

El pesimismo: su lucidez, sus incoherencias y su curación / Víctor H. Palacios Cruz

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Un optimista y un pesimista , pintura de V. Makovsky (1893).   Dejando a un lado la inclinación hacia lo sombrío propia de enfermedades psicológicas plenamente diagnosticadas por la medicina, la depresión en particular, y que merecen el mayor respeto y toda la asistencia posible, mi impresión es que el pesimismo en cuanto idea es la consecuencia natural de una ambición perfeccionista confesa o no que, tarde o temprano, se da de bruces con la indómita realidad y la intrincada red de todas sus variables; y es, por tanto, otra de las modalidades de la rebeldía contra nuestra pequeñez e insignificancia.   El conflicto entre vivir y comprender Según Kierkegaard, “la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, hacia lo que ya no podemos cambiar; pero solo puede ser vivida mirando hacia adelante, hacia lo que aún no existe”. De ahí que solo se pueda ser seriamente pesimista cuando se mira el pasado propio y ajeno considerando exclusivamente sus insuficiencias y defectos; o cuan

A los primeros alumnos de mi segunda vida de profesor / Víctor H. Palacios Cruz

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Casi como los hijos, para los que amamos enseñar los buenos alumnos son aquellos que se las arreglan, no se sabe cómo, para entrar en uno, acomodarse holgadamente y luego llevarse su cálido ruido, su música irrepetible, y perderse en la distancia y sin remedio dejando el alma del profesor ensanchada sin límites por una sucesión de vacíos. Ya no recuerdo bien qué decía a mis alumnos minutos antes del inicio de nuestra primera clase en este semestre que declina, el de la vuelta, para ambos, a la enseñanza presencial, la añorada y verdadera enseñanza. Yo llegaba seguramente agitado por la salida no solo de mi casa, sino sobre todo de dos años y medio de trabajo a pocos metros de la rutina de mis dos bebés, sobre todo del mayor de ellos que atravesó tan a mi lado todo el tiempo enrarecido y extenso de esta pandemia que no termina de decir adiós. Sé que miraba de tanto en tanto mi celular por si llegaban noticias de cómo estaban ellos, si habían desayunado, si habían almorzado, si habían