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Mostrando las entradas de abril, 2022

La humanidad: un don de la convivencia. Sobre unos versos de Ovidio / Víctor H. Palacios Cruz

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  "El mundo saliendo del caos". Dice Ovidio en uno de los cantos de las Metamorfosis : “Tampoco es un osezno lo que la osa acaba de parir, / sino carne apenas viva; con sus lamidos la madre modela / sus miembros y le da la forma que ella misma tiene”. Versos en cuya literalidad se lee algo tan extravagante como lo que decía la vieja teoría de la generación espontánea; pero en cuya profundidad de sentido se encuentran, de repente, verdades que la ciencia presente –desde la pediatría hasta la neurociencia– confirma y que, además, cobran un especial interés en el tiempo de un individualismo feroz oculto bajo la piel de cordero del coaching y la autoayuda.   * Las ilustraciones pertenecen a J. Matheus e I. Briot y se incluyen en una edición francesa del poema de Ovidio de 1651. Las tomo de una entrada del blog Odisea2008 ( http://www.odisea2008.com/2008/06/la-metamorfosis-de-ovidio.html )   En una entrevista de 1972, el rockero y artista David Bowie declaraba: “el futur

¿De qué trata mi libro La forma de nuestra arcilla? / Víctor H. Palacios Cruz

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  Ilustración del New York Times en un artículo sobre el Mateverso de M. Zuckerberg. Aparece, en una editorial española, un ensayo antropológico-filosófico dirigido a todos los públicos que propone una sucesión de asomos al sustrato corporal e interpersonal del individuo humano. El mismo ser que, durante esta pandemia que no acaba nunca, ha temblado y se ha escrutado a sí mismo con una ansiedad y una frecuencia que este mundo hecho de seguridades, indolencias y contradicciones había vuelto inusuales; la pausa y la interrogación que el culto a la velocidad y el resultado ven como una falta al inexcusable deber de la productividad. Un sistema engañosamente funcional que hasta una guerra hace poco tan inopinada ha venido a desnudar. Nunca es tan urgente examinar lo que somos como cuando atravesamos momentos “históricos”. Esas aguas turbulentas que pueden arrancarnos de cuajo, sin que lo sintamos, partes de nosotros. No avistamos aún la orilla a la que arribaremos, pero es imperioso saber