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Mostrando las entradas de julio, 2021

Somos libres, seámoslo ya. A propósito del Bicentenario / Víctor H. Palacios Cruz

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  * Artículo publicado recientemente en el portal web de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo http://www.usat.edu.pe/articulos/somos-libres-seamoslo-ya/ “¡Somos libres, seámoslo siempre!”, dice la primera línea de nuestro himno nacional. Versos compuestos cuando la independencia política del Perú, proclamada unos días antes por el General don José de San Martín, no se había todavía consumado como lo haría al fin tras la Capitulación de Ayacucho de 1824, firmada poco después del triunfo del ejército libertador al mando de Antonio José de Sucre. Como ilustró la película Papillon (F. Shaffner, 1973), basada en las memorias de Henri Charrière y cuya trama relata los intentos reiterados de escape de un presidiario injustamente condenado a un hórrido calabozo en la Guayana francesa, el ser humano puede llegar a correr los riesgos más inimaginables con tal de recobrar esa condición invisible que le permite, siquiera por la muerte, restituirse a sí mismo la humanidad en aquell

"La cueva de los sueños olvidados", un documental de W. Herzog / Víctor H. Palacios Cruz

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  Aunque trillada, aún nos fascina la idea de que reunirnos en una sala a oscuras para observar unas imágenes prolonga la misma ceremonia que, en un tiempo remoto, realizaban unos seres curvados y peludos que, al calor de una hoguera en el interior de una húmeda caverna, escuchaban los relatos de un anciano o las invocaciones de un chamán. Una mañana la curiosidad adelantó a uno de ellos y la audacia a una de sus manos para, al fin, vencer el miedo que siente todo animal ante el espectáculo magnífico y aterrador del fuego. Una vez capturado y angustiosamente preservado con antorchas y hogueras, el humano empezó a delimitar sus espacios y, a salvo de los colmillos de la intemperie, obtuvo la calma que propició el arte y la palabra, al tiempo que emprendía la cocción de vegetales y carne de caza, el modelado de arcilla y metal, y el no menos irreversible modelado de su cuerpo y de su alma. Blandiendo una tea, nuestra especie usurpó las cuevas de los osos y alumbró con orgullo la vasta

¿Por qué los padres no pueden ser amigos de sus hijos? / Víctor H. Palacios Cruz

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  A menudo voces nobles a nuestro alrededor pronuncian metáforas tan bonitas como peligrosas. Por ejemplo, al decir de una institución pública o particular que es “una familia”. Quizá con ello quiera aludirse al óptimo grado de unión y convivencia que se vive en cualquiera de estos grupos. Sin embargo, la familia es un tipo de sociedad absolutamente diferente de cualquier entorno laboral o político, que es siempre el de una comunidad de iguales. En la familia hay una jerarquía necesaria y natural que, por supuesto, no está reñida con la importancia que se conceda a la conversación y a la palabra de los hijos. Por la misma razón, decir que los padres deben ser amigos de sus hijos es incurrir en una confusión de rasgos y responsabilidades que, con una excusa aparentemente amorosa, podría acabar privando a nuestros niños de un soporte que la más grande amistad jamás podría reemplazar. Comparto con los lectores unas reflexiones al respecto. * Todas las imágenes de esta entrada pertenecen