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Mostrando las entradas de noviembre, 2020

¿Qué llevó a nuestros jóvenes a marchar aun rodeados de monstruos? / Por: Víctor H. Palacios Cruz

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  Hace unos días la página de Facebook de este blog acogió una charla con tres estudiantes universitarios (Evelyn Fernández, Ángel Quiroz y Daniela Cornejo) que participaron de las recientes protestas en el contexto de una agudización de nuestra crisis política, en la ciudad de Chiclayo. Nos acompañó el politólogo Jorge Luis Vallejo. De este encuentro emotivo y clarificador, extraigo estas reflexiones personales. Aquí el enlace de la conversación: https://fb.watch/1Z9jeHCVb3/   Una crisis de gran calado puede ocasionar las reacciones más diversas. El humano es un ser que no responde del mismo modo a las mismas circunstancias. Una posibilidad es el consuelo que da la creencia en un más allá donde cesen nuestros padecimientos terrenales. “Cada desastre es el recordatorio de una patria superior”, decía Novalis. Como en Platón, en quien el declive de Atenas, su derrota ante Esparta y la condena de Sócrates debieron decidir su fe filosófica en un reino celestial de donde las almas cayer

Mis alumnos me han enseñado... / Por: Víctor H. Palacios Cruz

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Dice Julio Ramón Ribeyro en sus Dichos de Luder que “es más fácil amar a la humanidad que al prójimo”. Nada ha replanteado más resueltamente el interés que pueda haberme inspirado la suerte de esa porción de humanidad que es mi país que el haber llegado a ser padre, justo porque no hay ser más “prójimo” –es decir “próximo”– que aquel que le da rostro y latido propio al abrazo más fuerte que humanamente pueda darse, el abrazo del amor. En la tersura de la piel de mi hijo de año y medio -sobre la cual atisbo sus sueños, entusiasmos y afecciones- veo la humanidad tan conmovedoramente cerca, su cuerpo vulnerable y dependiente de mis fuerzas y sentidos, que me agiganta y a la vez me abruma, porque siento que se le ha encomendado a un mortal tan incapaz, dubitativo e imperfecto, el cuidado de una vida sagrada e impredecible que, como cualquier otra en este mundo, puede llegar a cambiarlo todo por medio de su camino. Solo paseando a mi bebé en su cochecito por las calles he caído en la c

No tengo el orgullo de ser peruano ni soy feliz… / Por: Víctor H. Palacios Cruz

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  La amarga coyuntura nacional es otro pico en una prolongada crisis que no acaba nunca. Las conductas canallescas que deploramos no van a tener fin ni con nuestra legítima protesta ni con unas elecciones urgentes y deseadas. Más allá de la reforma pendiente del sistema electoral, los partidos políticos y el Estado en su conjunto, un futuro político saludable pasa por descender a la raíz, esa zona a la que no nos gusta mirar porque nos deja tan en evidencia: una ciudadanía marchita y una sociedad desarticulada.   Clínicas inflando los costos de unas pruebas del Covid-19 poco fiables, llenadores de transporte público incumpliendo el distanciamiento social, adolescentes festejando y exponiendo a sus hogares a lo irreparable, vecinos elevando un ruido que invade otras casas, profesores de colegio o universidad vendiendo notas, trabajadores delatando a trabajadores, gente haciendo turno en dos o más colas a la vez, pistas destrozadas a punto de convertirse en ruinas arqueológicas, func

Sobre el conflicto entre la vida familiar y la vida intelectual / Por: Víctor H. Palacios Cruz

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Dando las gracias antes de comer , de E. Pieters (1856-1932).   Qué difícil es compaginar la vocación creativa o intelectual con las dulces y agotadoras obligaciones del hogar. No juzgo a quienes nos legaron una obra imperecedera a expensas de sus familias y sus hijos. Pero, ¿cómo afrontar dos deberes que son igualmente humanos e irrenunciables? Quizá ambas facetas se alimentan en secreto a la espera de un tiempo maduro, o crepuscular, en que llegará la cosecha de una sabiduría esencial, recia y sosegada.   Hace mucho oí a un veterano maestro dar consejos a estudiantes universitarios que deseaban convertirse en historiadores: “procuren casarse con una buena mujer que les ahorre las preocupaciones hogareñas para que puedan entregarse por entero a su tarea”. Los tiempos han cambiado y, sin la menor duda, para bien. Apenas iniciada mi paternidad, fui entendiendo que mi papel no era “ayudar” a mi esposa en los cuidados de nuestro hijo. En rigor, esa tarea la involucraba a ella tanto