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Mostrando las entradas de septiembre, 2021

“Humanizar” al terrorista para poder juzgarlo y para cuidar el futuro / Víctor H. Palacios Cruz

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  Apuntes sobre el peligro que encierra el uso de ciertas palabras al adjetivar al autor de los crímenes y las desgracias más dolorosas de nuestro país.   Hacia 2008, el ingreso de una niña en un hospital de la localidad austriaca de Amstettem condujo al hallazgo de un sótano que resultó ser una de las prisiones más horrendas que debe haber existido nunca, construida por un vecino educado y marido apacible, según declaraciones de su propia esposa. En esa oscuridad angosta y cuidadosamente provista de electricidad y otros servicios, el septuagenario Joseph Fritzl había recluido a su propia hija Elizabeth con la que había procreado siete niños, una de los cuales era precisamente la que había logrado fugarse para pedir ayuda aprovechando la circunstancia de su enfermedad. Elizabeth había sido sometida durante años a palizas, violaciones y a una existencia prácticamente esclava en esa covacha de la que su carcelero nunca le permitió salir. El estupor enmudeció a medio mundo y la pren

Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar / Víctor H. Palacios Cruz

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  No me sorprendería que uno de los libros más bellos de nuestro tiempo, El infinito en un junco de Irene Vallejo, haya tomado su aliento, además de Los ensayos de Montaigne, de esta novela histórica de la escritora belga Marguerite Yourcenar (1903-1987). La coincidencia empieza en que a ambos libros los impulsa una exquisita cultura clásica, que por cierto Yourcenar adquirió desde los ocho años y sin ir ni a la escuela ni a la universidad, gracias a una esmerada educación familiar y, en especial, a un padre en quien, además, su vocación literaria encontró un respaldo temprano y decisivo. Asimismo, ambas autoras logran una prosa que muestra una unidad prácticamente inconsútil entre el conocimiento erudito y la libertad de la voz que lo transmite; entre la filosofía, la anécdota y la intimidad; y entre una inteligencia cenital y la delicia de la expresión que la da a luz. Memorias de Adriano imagina la larga carta que escribe el emperador Adriano a su nieto y heredero Marco Aurelio

Crónica de una vacunatón en Chiclayo (3ª parte) / Víctor H. Palacios Cruz

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  Concluyo un relato cuya escritura ha sido, en cierta forma, la lenta realización de un exorcismo impostergable. La esperanza solo tiene consistencia cuando se ha mirado cara a cara al horror, lejos de cuya sombra no puede ser más que una luz de artificio, ingenua, irresponsable y banal.   * Las imágenes corresponden a reproducciones de obras del pintor peruano Víctor Humareda (1920-1986)   Mi batería de celular murió por completo cuando la cola empezó a moverse de nuevo, luego de casi cuatro horas de atasco. Mi amigo ingeniero y yo dejamos de hablar, quizá para ahorrar saliva, energía y temas. De pronto, la cola se estancaba otra vez y a los cuarenta minutos volvía a moverse tres metros más. Luego, nuevamente se detuvo durante otros cuarenta minutos de inercia, y por fin otros tres metros de avance seguidos de nuevos cuarenta minutos de otros tres o cuatro metros… La imposibilidad de hallar una lógica en el movimiento azuzaba nuestra impaciencia. ¿Qué clase de plan seguía

Crónica de una vacunatón en Chiclayo (Parte 2) / Víctor H. Palacios Cruz

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  Segunda parte de un relato del horror y la esperanza, que bien podría subtitularse “el bien administrado por el mal”.   Si se prolonga por buen tiempo, una cola se convierte en un perfecto laboratorio del comportamiento humano en el que se puede observar toda una gama de actitudes, personalidades y transformaciones. Pero es también el lento e inobjetable retrato de una colectividad, puesta a prueba por una duración capaz de erosionar la punta del acontecimiento para dejar solo la línea plana de la situación. Esa conciencia de lo ilimitado que oprime a cualquier temperamento con una presión que supera a la de unas cadenas o la de un calabozo, puesto que cada individuo se halla en el lugar que ocupa con la misma cantidad de libertad que de impotencia. 27 horas y media soportadas de pie, sin pausas de sueño, desde el amanecer frío y húmedo de un día hasta el del día siguiente, y con un agudo calor de verano en medio, cada rayo de sol certero como un cuchillo. Y todo con el objetiv