Franz Kafka y la ausencia del amor de padre
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Franz Kafka fotografiado a los 6 años. |
Tener hijos es una oportunidad
de la naturaleza; y ser un buen padre, una ardua e inmensa determinación de la
libertad. Sabernos amados es lo que nos hace sentirnos fuertes
(Goethe) y, en particular, el amor paterno tiene el poder de implantarnos
sólidamente en el mundo. Para un hijo el padre amado es un gigante, un
cimiento, la sombra de una montaña que nos sigue. Y puesto que la corrupción de lo
óptimo es lo pésimo, la ausencia de este afecto o, peor aún, el trato represivo
y sofocante que pueda reemplazarlo produce un efecto devastador, capaz de debilitar una existencia y sumirla en un conflicto irresoluble. En general, el amor de los padres es lo que nos afirma
individualmente y nos vuelve aptos para amar a otros. Rehacerse de la carencia
de este fundamento es uno de los más duros desafíos de la vida. Aquí, un pasaje
esencial de la Carta al padre de Franz Kafka, un documento
testimonial que se explica por sí solo en la claridad y el dolor de su drama, y
que el escritor remitió a su madre para que, a su vez, se lo entregara a su
progenitor. Cosa que desgraciadamente nunca sucedió.
“He sido un niño miedoso;
sin embargo, también era seguramente testarudo, como son los niños; es probable
que también me malcriara mi madre, pero no puedo creer que fuese especialmente
indócil, no puedo creer que una palabra amable, un silencioso coger-de-la-mano,
una mirada bondadosa, no hubiese conseguido de mí lo que se hubiese querido.
Es verdad que tú, en el
fondo, eres un hombre blando y bondadoso (lo que viene a continuación no será
una contradicción, solo hablo del efecto que tu persona hacía en aquel niño),
pero no todos los niños tienen la constancia y la valentía de escarbar hasta
dar con la bondad. Tú solo puedes tratar a un niño de la manera como estás
hecho tú mismo, con fuerza, ruido e iracundia, lo que en este caso te pareció
además muy adecuado, porque querías hacer de mí un chico fuerte y valeroso.
"No todos los niños tienen la constancia y la valentía de escarbar hasta dar con la bondad"
“[…] Solo tengo recuerdo
directo de un incidente de los primeros años. Quizá lo recuerdes tú también.
Una noche no paraba yo de lloriquear pidiendo agua, seguro que no por sed, sino
probablemente para fastidiar, en parte, y en parte para entretenerme. Después
que no sirvieron de nada varias recias amenazas, me sacaste de la cama, me
llevaste al balcón y me dejaste allí un rato solo, en camisa y con la puerta
cerrada. No quiero decir que estuviese mal hecho, tal vez no hubo entonces
realmente otra manera de lograr el descanso nocturno, pero con ello quiero
caracterizar tus métodos de educación y su efecto en mí.
"La sensación de nulidad que muchas veces se apodera de mí se debe a tu influencia"
En aquella ocasión,
seguro que fui obediente después, pero quedé dañado por dentro. Lo para mí
natural de aquel absurdo pedir-agua y lo inusitado y horrible del
ser-llevado-fuera, yo, dado mi carácter, nunca pude combinarlo bien. Todavía
años después sufría pensando angustiado que aquel hombre gigantesco, mi
padre, la última instancia, pudiese venir casi sin motivo y llevarme de la cama
al balcón, y que yo, por tanto, no era absolutamente nada para él.
“Aquello fue solo un
pequeño inicio, pero la sensación de nulidad que muchas veces se apodera de mí
(una sensación, por otra parte y en otros aspectos, también noble y fructífera)
se debe en mucho a tu influencia. Yo habría necesitado un poco de aliento, un
poco de amabilidad, un poco de dejar-abierto mi camino; en lugar de eso tú me
lo cerraste, con la buena intención, indudablemente, de que fuese por otro
camino. Pero para eso yo no servía.”
Fuente: Carta al padre, Madrid, Alianza, 2008.
Interesante...
ResponderBorrarQué edad tendría Franz Kafka cuando envió esa carta?
El actuar de un padre violento causa efecto represivo en un niño a la medida de su crecimiento para determinar su comportamiento y forjar su carácter, generado por la carencia de amor.
ResponderBorrarGracias por este aporte
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