La fotografía y la formación de la mirada. Una conversación con Juan Gil Salvatierra.

"El bodegón del cronista", Juan Gil S.

En junio de 2018, en mi programa Sintonía ciudadana transmitido en la radio on line de mi universidad, entrevisté al fotógrafo chiclayano Juan Gil Salvatierra. El audio conservado me ha permitido descubrir que fue una de las conversaciones más felices y diría poéticas de aquel programa. En la transcripción, la sabiduría de este artista y profesor deja unas reflexiones sobre la mirada del mundo y de lo humano que revelan una emocionada conciencia del oficio. Una selección de fotografías suyas acompaña el texto.


Juan, ¿qué te propones al fotografiar? ¿Qué te mueve a salir al mundo con la cámara lista?

Mi vocación fotográfica tiene que ver con amar la vida mirándola, incluso en sus momentos efímeros que pueden no ser importantes para todos. Aunque todo lo que pasa delante de mí siempre me entusiasma. La contemplación es lo que me inspira en definitiva. Una cosa es mirar señales, ubicaciones, información; otra es detenerse frente a las cosas.

Se diría, entonces, que para tomar fotografías antes que una máquina hay que tener un corazón, más aún si se trata de fotografiar personas.

En realidad hacer una fotografía no es solo apretar un botón, sino intentar que lo que se registra con una imagen cuente algo de un modo objetivo, sencillo y honesto.
Recuerdo unas palabras de Steve McCurry, fotógrafo de National Geographic y Magnum, “si sabes esperar y la gente se olvida de tu presencia como fotógrafo, sacan a la luz su alma, y ese es el momento en que debes disparar”.

"Autorretrato". Juan Gil S.

Por eso recomiendo hacer fotografías de personas evitando cualquier intervención o manipulación de su postura o comportamiento. Eso lo aprendí en la práctica del fotoperiodismo, en que estaba todo el tiempo pendiente de lo que ocurría para capturar el momento decisivo y no disparar antes ni después.
Una lección que es también válida para toda clase de fotografía, incluida la artística. Mi ilusión es que al ver una foto mía el observador se detenga, no pase de largo y más bien reconozca lo que el autor de la foto ha visto por él.

"Estamos hechos de imágenes, eres lo que fotografías y fotografías lo que eres."

En ese sentido, ¿desestimarías la fotografía producida en un estudio o intervenida digitalmente?

La verdad, no. Pienso que un fotógrafo debe ser integral. Hay distintas inclinaciones en este oficio y son legítimas las pretensiones comerciales igual que las artísticas y las documentales. Lo que importa es la mirada del fotógrafo. Hasta cuando hago fotografías por encargo me ayuda la memoria de otras imágenes, aun provenientes de la pintura, un Caravaggio por ejemplo. Estamos hechos de imágenes, de modo que eres lo que fotografías y fotografías lo que eres.

"El eterno pacto, desde Reque", Juan Gil S.

Eso me recuerda a Ernst Gombrich, el famoso historiador del arte. Según él, miramos el mundo interferidos o auxiliados por las imágenes que consumimos. Nuestra mirada se aprende y nunca es una mirada pura o mecánica.

Yo crecí como fotógrafo de manera autodidacta, por ejemplo comprando fascículos de fotografías en tiendas de la calle. Trabajando en un diario encontré que debía estudiar, formar mi mirada. No fue fácil pero lo conseguí. Entonces me alimenté de la obra de pintores y escultores, y encontré que la fotografía era un medio tan válido como el color o el volumen para representar la vida. Además, los pintores son los predecesores de los fotógrafos.

A veces camino mirando como si fotografiara y acuden a mi mente composiciones y encuadres de pinturas que he visto y que me ayudan a observar. Pero siento que esa relación con el mundo ha cambiado con el exceso de imágenes que las nuevas tecnologías producen. La abundancia de imágenes es tal que resulta casi violenta.

Eso me recuerda a Joan Fontcuberta que dice que nos hemos vuelto animales que toman compulsivamente fotografías y pasan mucho tiempo haciendo imágenes y poco observándolas. El abuso en el consumo de imágenes impide encontrar un estilo propio y lleva a caer en la copia inconsciente. El fotógrafo debe reunir un material y en seguida seleccionar y revisar, de lo contrario no le puede dar vida a aquello que ha mirado. Cartier-Bresson decía que las buenas fotografías no se buscan, se encuentran, pero hay que estar preparados para ellas.

"Cementerio de Mórrope". Juan Gil S.

Sin duda, la facilitación tecnológica crea un engaño, como el de quien tiene a la mano un teclado, publica cualquier blog y declara ser un escritor. La fotografía se expone a lo mismo. En otro tiempo, hacer una foto era una ceremonia, una cita que se anunciaba y se preparaba con esmero. La disponibilidad de la cámara en un celular lleva a disparar automáticamente sin esperar a mirar más atentamente.

Un fotógrafo debe ejercer cierto control sobre el momento en que ha de disparar, incluso ante una reunión familiar debe tener cierta autoridad para conseguir lo que se propone.

"Según Cartier-Bresson, las buenas fotografías no se buscan, se encuentran, pero hay que estar preparados para ellas"

El arquitecto Le Corbusier decía “soy a condición de ver” y el poeta Fernando Pessoa “soy del tamaño de lo que veo y no de mi estatura”. Hasta qué punto la inmediatez tecnológica y la abundancia de imágenes nos expone al peligro de trivializar la mirada.

Creo que la tecnología de una cámara influye pero no determina la mirada. El riesgo está en que uno se esperance demasiado en la tecnología y crea que una cámara con excelentes prestaciones va a hacer el trabajo por uno mismo. Hay una pérdida de sensibilidad en el hecho de que hacer fotos en serie reemplace el hacer fotos en serio. Una tarjeta de memoria permite una enorme capacidad de almacenamiento. Consideremos que el hombre fue a la Luna y no pudo hacer más que unas cuantas fotos; y en cambio ahora hacemos decenas de fotos de cualquier plato sobre la mesa. Hacemos en cualquier fiesta una cantidad tan grande de fotos que luego ni siquiera tenemos tiempo de ver.

"Elaboración de la chicha". Juan Gil S.

Mientras más fotografiamos menos vemos, menos relación tenemos con los momentos que pasan y que no volverán a pasar más.

Para hacer fotografías, por ejemplo de los astros, uno cree que primero debe adquirir un buen equipo y luego documentarse en libros de imágenes de otros fotógrafos. Sin embargo, en rigor lo primero que uno debe hacer es mirar el cielo por sí mismo y comprobar si el cielo le despierta un entusiasmo.

En suma, mirar antes de fotografiar. Ser consciente de lo que miramos, encuadrar con nuestros propios ojos. Y ello supone un estado de ánimo determinado, un detenimiento. En ese sentido, una fotografía debería una consecuencia de la lentitud.

Hay que ser pacientes, aprender a esperar. Los resultados no siempre llegan pronto. Pero, además de la lentitud, también fotografiar supone la generosidad de compartir lo que contemplamos. Puedo disfrutar de un atardecer, pero a la vez recuerdo que hay mucha gente que en ese instante no puede disfrutarlo, porque está encerrada en un hospital o en una cárcel. Yo mismo puedo un día no ver lo que ahora veo, y entonces encontraré un gran consuelo en volver a mis propias fotografías en esos momentos de soledad.

"Disfruto del atardecer y recuerdo que hay gente que no puede disfrutarlo, porque está encerrada en un hospital o en una cárcel"

Qué hermoso, Juan. Un sentido solidario de la mirada aun en la certeza de que es imposible de que hayan dos miradas iguales. A mí me ocurrió una vez que compartí con amigos seis álbumes de fotos de un viaje al valle del Mantaro, y alguien dijo: “no apareces en ninguna foto”. Después caí en la cuenta de que justamente donde más “aparezco” es en las fotos donde no estoy, es decir en los objetos de mi propia mirada. Soy lo que miro y cómo lo miro.

Un selfie nos incluye y puede relatar dónde se encuentra uno, pero a veces olvidamos que los demás desean también mirar lo que yo miro, que además puede ser algo que no habré de mirar nunca más.

Cachangas de Monsefú. Juan Gil S.

Recordar viene del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón. Lo que enseña que para recordar es preciso abrir el corazón, permitir que una realidad deje su huella en nosotros.

Cuando se trata de fotografiar personas eso supone una actitud necesaria de respeto, de modo que los demás no sientan que somos intrusos. A mí me gusta mucho ir a mercados, cementerios, parques para encontrarme con gente, y sé que lo primero que hay que hacer es saludar. Solo por medio de la amabilidad es posible que ellos se olviden de mi presencia y me vuelva invisible. No siempre pero a veces sucede que estas personas se alegran de que los fotografíes, porque sienten que alguien los ha tomado en cuenta.
Desde luego, al fotografiar a las personas hay que evitar tratarlas como cosas, más bien es importante dignificarlas. En muchos de mis retratos personas muy humildes parecen optimistas porque aparecen sonrientes haciendo lo que hacen a diario, y yo me siento feliz de reconocer ese trabajo a través de mi fotografía.

Bueno, ello depende de las idiosincrasias. Hay gente más abierta y receptiva, y otra más hermética y distante.

Es verdad. Creo, por ejemplo, que la concurrencia masiva de turistas altera algunas condiciones y malacostumbra a mucha gente a posar de un modo interesado que falsea las imágenes. Personalmente encuentro lamentable que muchos cobren por ser fotografiados en ciertos destinos turísticos.

"Picasso decía que para pintar como los grandes maestros bastan cinco años, pero pintar como lo hacen los niños toma toda una vida"

Lo que genera imágenes artificiosas, no auténticas. Las imágenes pueden incluso producir estereotipos que reducen las identidades colectivas. El turista va al encuentro de las comprobaciones de una difusión publicitaria. Es la industria de estampas turísticas, pero no de fotografías.

Te diré que aun en los lugares más tradicionales es posible encontrar ángulos nuevos, probar otros ángulos. Por cierto, a menudo en esos sitios los turistas hacen fotos provistos de un material aparatoso que no siempre es indispensable. Yo aprendí que podía prescindir del trípode para largas exposiciones con solo meter un abrigo en una bolsa sobre la cual apoyo la cámara obteniendo siempre un nivel. 
Es mejor ser discreto y no llamar la atención mientras fotografiamos, porque lo que importa es lo que miramos, justo aquello que los testigos alrededor no podrán conocer. Pasar desapercibido puede permitir ser más honesto en las imágenes, de lo contrario provocaremos una alteración de lo que estamos mirando.

Hay quienes llaman relativismo, con temor y desdén, a lo que es simplemente la natural diversidad de las miradas y las sensibilidades. Eso es más bien un don. Un relato, una teoría y más aún una imagen no pueden ser absolutamente objetivos. Tener conciencia de que tengo “mi visión” no es incurrir en ninguna clase de egoísmo, es más bien la fidelidad a lo que uno encuentra y que luego se enriquece gracias a la subjetividad de otros. Cada perspectiva es una contribución y lo que hay propiciar es el encuentro de las miradas y las voces, que es lo que fortalece a una comunidad por último.

A veces ayuda a la fotografía valernos de otros sentidos, el oído por ejemplo. Una vez en la playa de Pacasmayo a una hora poco favorable para fotografiar paisajes, el mediodía en que hay una la luz cenital, mirando hacia otro lado escuché un oleaje retirarse con un murmullo especial, lo que me hizo girar y entonces descubrir un brillo como de estrellas sobre una multitud de pequeñas piedras.

"El cuarto día, desde Pimentel". Juan Gil S.

Qué hermoso, Juan. Es como si la naturaleza nos rogara un instante, una palabra, un pensamiento. En ningún otro ser puede la naturaleza encontrar esta clase de cobijo y perduración.

Si alguien puede contemplar la belleza de todo lo que nos rodea ese es el humano, efectivamente. No hay animal ni vegetal que pueda sentir lo que sentimos nosotros. Pero si además tenemos la oportunidad de hacer sentir a otros lo que vivimos a través de un escrito o una fotografía, haremos una contribución para que la gente conozca el mundo y, por ello, viva más en ese sentido.

¿Qué le dirías a cualquier persona, niño o adulto, experta o no, con un gran equipo o una simple cámara de celular, que se proponga hacer fotografías?

Pues, que coja la cámara sabiendo que es solo un instrumento, como un lápiz, un pincel o una laptop. Ser fieles a lo que nos llama la atención y no perder jamás el entusiasmo que con el paso de los años pareciera atenuarse. Hay que ser como los niños que se asombran con cualquier cosa. Picasso decía que para pintar como los grandes maestros te bastan cinco años, pero pintar como lo harían los niños te toma toda una vida.
Y por último, contagiar a otras con la capacidad para mirar el mundo por medio de nuestras propias imágenes.

Hoja de vida
Juan Antonio Gil Salvatierra: docente universitario, comunicador social, fotógrafo y estudioso del arte. Empezó a los 23 años como fotógrafo de prensa en medios nacionales y regionales; y desde 2007 ejerce la docencia en la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo. En 2012 impartió un taller de fotoperiodismo en la Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo. Ha sido jurado en varios concursos de pintura y fotografía y obtenido premios en cinco concursos de ámbito internacional, regional y nacional. Ha recibido reconocimientos por su trabajo como aporte a la cultura regional.

Para ver más fotografías de Juan Gil S.



Comentarios

  1. Juanito es un trome.... sus capturas precisas y extraordinarias. Éxitos!!! Víctor Hugo gracias por facilitarnos contemplar la belleza de sus capturas. Un cordial abrazo

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    1. Gracias, Marita. Además de la excelencia de su trabajo, su energía docente manifiesta una generosidad con su oficio. Ese placer vocacional de no quedarse con nada y entregarlo todo por medio de las imágenes y por medio de la enseñanza.

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  2. ¡Reconfortante!
    Cada frase del artista está impregnada de un sincero respeto por la realidad. En la sencillez con la que plantea verdades profundas se puede notar una certeza que no es alcanzable mediante esfuerzos intelectuales, sino mediante una paciente familiaridad con la verdad a través de la experiencia estética.
    Notable también la elegancia con la que salta por encima de la pregunta sobre la diversidad de visiones, pregunta correcta pero fuera de contexto, y evita entrar en cuestiones subjetivas, planteando la posibilidad de acceder a un encuentro gozoso con la realidad, aprendiendo no sólo a mirarla sino también a escucharla y a dejarse guiar por su voz.
    Realmente he disfrutado mucho la entrevista, tan densa y a la vez fluida. Muchas gracias por compartirla.

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  3. Estimado Juan, de parte de un amigo desde España, Ángel Quiroz, este comentario que por una falla técnica desconocida me envía por otro medio: "Me dejó fascinado el desarrollo de la entrevista, me sentí identificado por el modo en que profundiza una idea que suelo decir con mucha simpleza a mis amigos cuando, muy emocionado, me dispongo a tomar una foto: “Es que está allí, solo tienes que esperar observando y capturarla!”.
    Las palabras del fotógrafo Juan han despertado mi interés por conocer las motivaciones que tuvo en cada una de las tomas que he observado. Peculiarmente quedé sin palabras al ver la toma del muelle de mi amado Pimentel. Quisiera saber si ha usado alguna aplicación para editar el firmamento, parece de fantasía! Una belleza! "

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