El amor según Marcel Proust (citas de En busca del tiempo perdido) / Por: Víctor H. PalaciosCruz



En busca del tiempo perdido (1913-1927), la única y gran novela de este escritor francés (1871-1922), es un ejercicio de auscultación de los estados de ánimo y el flujo de la conciencia, realizado con una indeclinable ansia de claridad y una pasión artesanal por el detalle. La memoria, la imaginación, los celos, el anhelo, el dolor, el placer musical y todas las fluctuaciones de nuestra psicología tienen en sus páginas un nivel insólito de aprehensión del cual la siguiente ínfima selección de citas es solo un asomo, y también –ojalá– una invitación a aproximarse a una obra que, en su imponente extensión, es un deleite sin pausa y sin comparación en el conjunto de la literatura.

“Indudablemente, hay muy pocas personas que comprendan el carácter puramente subjetivo de ese fenómeno en que consiste el amor y cómo el amor es una especie de creación de una persona suplementaria distinta de la que lleva en el mundo el mismo nombre, y que formamos con elementos sacados en su mayor parte de nuestro propio interior. Y por eso hay pocas personas a quienes les parezcan naturales las proporciones enormes que toma para nosotros un ser que no es el mismo que ellos ven.” (II, 55)

“Todos necesitamos alimentar en nosotros alguna vena de loco para que la realidad se nos haga soportable”. (II, 205)

“Edifica uno su vida para determinada persona y cuando todo está ya dispuesto para recibirla, no viene, muere para nosotros, y tenemos que vivir prisioneros en la morada que labramos para ella”. (II, 256-257)

“El deseo aviva las cosas, la posesión las marchita […] Como todo obstáculo a una posesión, la pobreza, más generosa que la opulencia, da a las mujeres mucho más que el vestido que no se pueden comprar: el deseo de un vestido, deseo que es el conocimiento verdadero, detallado, profundo de la cosa deseada.” (V, 68)

“¡Cuántas personas, cuántas ciudades, cuántos caminos deseamos conocer por causa de los celos! Los celos son una sed de saber gracias a la cual acabamos por tener sucesivamente, sobre puntos aislados unos de otros, todas las nociones posibles menos la que quisiéramos tener”. (V, 93)

“Es curioso que un primer amor, al abrirnos, por la fragilidad que deja en nuestro corazón, el camino para los amores siguientes, no nos dé al menos, siendo idénticos los síntomas y los sufrimientos, el medio de curarlos”. (V, 105-106)



“El amor, en la ansiedad dolorosa como en el deseo feliz, es la exigencia de un todo. Solo nace, solo subsiste si queda una parte por conquistar. Solo se ama lo que no se posee por entero.” (V, 116)

“Es terrible tener la vida de otra persona atada a la propia como quien lleva una bomba que no puede soltar sin cometer un crimen”. (V, 200)

“En el amor es más fácil renunciar a un sentimiento que perder una costumbre […] en una separación es el que no ama de amor quien dice las cosas tiernas, pues el amor no se expresa directamente”. (V, 398-399)

“Me había equivocado creyendo ver claro en mi corazón. Pero este conocimiento, que las más finas percepciones de la inteligencia no habían sabido darme, me lo acababa de traer, duro, deslumbrante, extraño, como una sal cristalizada, la brusca reacción del dolor.” (VI, 10)

Fuente: edición de Alianza Editorial (Madrid, 2001) con la traducción de Consuelo Berges.


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