El pesimismo: su lucidez, sus incoherencias y su curación / Víctor H. Palacios Cruz

Un optimista y un pesimista , pintura de V. Makovsky (1893). Dejando a un lado la inclinación hacia lo sombrío propia de enfermedades psicológicas plenamente diagnosticadas por la medicina, la depresión en particular, y que merecen el mayor respeto y toda la asistencia posible, mi impresión es que el pesimismo en cuanto idea es la consecuencia natural de una ambición perfeccionista confesa o no que, tarde o temprano, se da de bruces con la indómita realidad y la intrincada red de todas sus variables; y es, por tanto, otra de las modalidades de la rebeldía contra nuestra pequeñez e insignificancia. El conflicto entre vivir y comprender Según Kierkegaard, “la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, hacia lo que ya no podemos cambiar; pero solo puede ser vivida mirando hacia adelante, hacia lo que aún no existe”. De ahí que solo se pueda ser seriamente pesimista cuando se mira el pasado propio y ajeno considerando exclusivamente sus insuficiencias y defecto...